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miércoles, 25 de julio de 2012

Comienzo de la novela


          El cadáver tendido en la arena junto a la iglesia de Granda, en la carretera antigua de Pola de Lena, llamó la atención de un conductor que circulaba en dirección a la ciudad poco después de las 6,25 horas del día 12 de noviembre de 1999. Un frío y desapacible viernes.
A las 7,10 de la mañana la doctora Andrea Monteverde estaba vistiéndose en la vivienda que ocupaba en las inmediaciones de la playa para acudir en su trabajo en el depósito de cadáveres de Cabueñes, cuando recibió una llamada telefónica del juzgado de guardia. Le anunciaban la aparición del cadáver de una joven en la carretera.
-Gracias –se despidió de su interlocutor tras recibir toda la información del suceso-. En veinte minutos estaré allí.
Fue a la cocina. Se preparó un zumo de naranja natural. Cada día era cómo iniciaba la jornada, tras poner los pies en el suelo. Sus cualidades antioxidantes le daban energía y fuerza vital, además de proporcionarle importantes beneficios para sus venas varicosas. A continuación se hizo un café bien cargado que lo acompañó de una tostada. Engulló rápidamente el desayuno, y salió de casa en su vehículo en dirección al lugar de los hechos.
En el lugar del suceso varias dotaciones de la Guardia Civil y de la Policía se habían encargado de controlar todo el perímetro de seguridad con una cinta plástica de señalización en la que se advertía «No pasar». Apenas reconoció ninguna cara conocida entre los agentes, se identificó como médico forense, levantó la cinta y llegó hasta dónde se encontraba el cadáver que ya estaba cubierto. Se colocó unos guantes de látex y se agachó para contemplar de cerca el cuerpo.
El cadáver se encontraba boca arriba y tenía la boca amordazada con una venda. La joven, vestida sólo con un suéter de color amarillo, unos vaqueros grises, y unos calcetines, tenía las manos atadas con una cuerda de nailon y el cuello ceñido con otra. En una primera exploración observó que el cuerpo presentaba dos tatuajes, uno a cada lado de la espalda, a la altura de los omoplatos. Los primeros signos de rigidez comenzaban a aflorar. Era posible que llevara más de tres horas muerta.

jueves, 21 de junio de 2012

A modo de introducción...

Andrea Monteverde es una avezada psiquiatra forense que realiza su trabajo habitual a caballo entre la morgue de la ciudad y la comisaría de policía del lugar.

Comienza, así, a enfrentarse con una retahíla de crímenes. Todos ellos tienen un mismo denominador común: todas sus víctimas son mujeres.

Ello le hace pensar que se enfrenta a un asesino en serie. Según sus propias convicciones está convencida que el comportamiento del presunto asesino le marca la dirección que cada vez se encuentra más próxima a ella. ¿Logrará su objetivo?